VACIO
Sentado en el ultimo asiento de un bus antiguo me dirijo rumbo a la fiesta de Garcia, terminaba de leer un novela de terror que me había atrapado como solo habían logrado los cuentos de Ribeyro u Onetti. Por la radio un periodista informaba de un niño de 10 años, que había muerto por jugar algo llamado knock out, pensé que era un juego de computadora o algo así, pero no lograba entender como un juego le había ocasionado la muerte.
El periodista aclaro que era un nuevo juego que practican los niños en edad escolar, consiste en apretar le cuello del compañero hasta llegar al borde de la asfixia para luego tener la sensación de volver a la vida, una sensación extrema de esas que busco hace mucho, por un momento me sentí viejo por no haber oído nunca sobre este juego, pero estos juegos ya no eran parte de mi generación, quizás lo eran de una algo mas reciente, mas estúpida y cóncava como las nuevas, estas que se suicidan a los 12 años porque papa no les dejo salir a una fiesta, porque el profesor los jalo en algún curso del colegio o porque su primer enamorado las engaño o simplemente porque no saben que hacer con su opaca vida, quizás de la misma tonalidad que la mía.
El suicidio siempre me pareció un acto de cobardes, algo realmente estúpido. Esta bien claro para mi que la vida no me ofrece nuevas emociones, pero tanto como no tenia un sentido definido el vivir, tampoco tenia ningún sentido el morir. Por ello, tentar a la muerte con la vehemencia que solo me proporcióna el vació, el sentimiento de no pertenencia que nunca podré explicar, era lo mas sensato dentro de mi insensates.
Sigo escuchando la radio. El periodista tiene una participante en su cabina, es una psicóloga, a la que ha invitado para que de algunos alcances de los jóvenes que practican este tipo de juegos, la psicóloga da unos alcances:
- Este tipo de jóvenes acuden a estos juegos porque sienten un vació, hay un sin sentido en sus vidas, hay un sentimiento de no acoplamiento en ellos que los lleva a estos niveles, a buscar cosas nuevas y extremas...
Oi estas palabras y me rei por lo ironico de la situacion, pero senti que mi risa me incomodaba.
- Buscan sensaciones extremas para sentirse bien - sus comentarios eran como gritos punzantes en mi conciencia, me jodian en exceso pero me sentía torpemente identificado con sus palabras – un ejemplo claro es la bulimia - proseguía - que es el acto de comer y comer hasta llegar al extremo de la satisfacción total para luego vomitar todo lo ingerido.
La psicóloga comenta algo sobre estudios científicos al respecto, que no me interesan en lo mas mínimo, luego da otro ejemplo.
- la ruleta rusa es otro de esos juegos, en el que la persona reta a la muerte; Dispara el revolver apuntando a su cien, si para su suerte la bala no estaba en ese disparo, la persona tiene la sensación de volver a la vida, de haber mirado a la muerte a los ojos y haber vencido - el periodista hace unos comentarios vacíos y la psicóloga sentencia – es con este tipo de actos que la persona intenta llenar esos vacíos inconsolables, buscar un sentido que no logra hallar hasta cierta edad o en algunos casos nunca.
NUNCA, esa palabra resuena en mi cerebro como un pitido, como el sonido del microondas cuando ha terminado de calentar la cena, siento miedo de que sea parte de ese grupo de algunos casos, nunca en mi vida alguien había descrito con las palabras exactas todo lo que siento, esa sensación de no pertenencia eterna, ese vació existencial, esa forma estúpida de ver la vida sin un sentido mas que vivir por vivir. Todo me parecia tan asqueroso y comun...
Es cierto, porque negarlo. Era ese tipo de personas, he jugado a la ruleta rusa en pocas oportunidades, en estados extremos de excitación, la sensación de apretar el gatillo y seguir con la cabeza sin un agujero es extraña, es extrema, es como dice la psicóloga (que ahora que lo pienso debo llamar conciencia); sentir que la muerte es estúpida, que la puedes vencer cuando quieres, es sentir que puedes volver de donde muchos perecen, de donde todos se quedan, es tener el valor para no tener miedo a ese transito que según la religión nos lleva a la nueva vida. Esa razón por la cual muchos olvidan vivir.
Me pregunto cual será el extremo de mi vida cuando sabré que es el fin...
Acaso por la mañana de algún domingo, en la cama de un hostal barato con una puta al costado, con la apestosa resaca luego de haber bebido cualquier tipo de alcohol en algún bar sucio de la ciudad, luego de haber fumado hasta sentir que tus labios se hacen amargos como tu aliento y tus palabras. O acaso será un día de semana de esos en los que te harta todo y decides reventar de una ves por todas para mandar todo, aunque en realidad no haya nada, lo mas lejos posible. En la casa de algún amigo armando un burro tan grande como tu dedo medio, que te hará reír hasta mojarte en los pantalones o colgarte durante un lapso incalculable y disparando contra tus narices líneas y líneas de blanca felicidad hasta estar tan duro que ni siquiera puedas mover la boca para pedir mas hierba y así evitar el rebote, Sabes que es en vano el rebote vendrá mañana por la mañana al despertar, si lo logras claro, y estarás mas necio que hoy, con alguna chica a la que no pudiste hacerle eso que llaman “el amor” por estar tan parchado, tanto que ni el pené te respondía y que se quedo a tu lado solo por gorrearte algo de coca... quizás ese sea ese el extremo....
Estoy en Chorrillos, el bus entra a la avenida Huaylas, el sol parece luchar por salir de entre la nubes, el malecón se ve atractivo, en la radio la sicóloga deja el programa contando una anécdota..
"El día del terremoto yo estaba en la recepción de la radio, cuando empezó todos los que estábamos ahí nos miramos las caras y pensábamos que pronto pasaría, pero cuando se volvió muy fuerte y ya no podíamos salir una señorita que no conocía me abrazo y yo la abrase, nadie dijo nada no necesitábamos palabras “es simplemente el hecho de sentir que necesitamos a alguien y que alguien necesita de nosotros”. Es eso lo que necesitan estas personas saber que hay alguien."
- Demonios - me dije a mi mismo – lo siento Garcia hoy no quiero llegar tan lejos.
Bajo del bus y camino por la avenida hacia el malecón, tengo un cigarro encendido en le mano, no recuerdo haberlo encendido, la inercia de la rutina lo hizo por mi. Me dirijo rumbo a la playa, el sol gano su batalla por salir y brilla entre las nubes.
Saber que alguien entiende lo que siento me hace sentir bien, aunque sea una sicóloga que no sepa que existo. Creo que no debo esperar caminar al borde, mil preguntas se dibujan en mi cabeza y una de ella crece cada vez mas y mas hasta que es se vuelve la única incógnita.
¿Por que mande al carajo a Mariana?
Ella quizás necesitaba a alguien y yo ahora se que la necesito a ella...
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